¿Qué dicen las etiquetas de los productos veganos?
Los veganos no tenemos más remedio que estar muy atentos a lo que nos ponen encima de los mostradores o de lo que vamos tomando por inercia de las estanterías de los supermercados. A veces te das cuenta de que has adquirido un producto que tú creías vegano pero que llevaba truco y te culpas de no haberte dado cuenta antes.
Pues vamos a dar una vuelta por las etiquetas de nuestros tarros, frascos, paquetes y de todo lo que vayamos consumiendo para saber lo que las etiquetas te cuentan.
Por la importancia que encierra esta información, hablamos ya de ello hace tiempo y también de la iniciativa europea para pedir que este etiquetado sea obligatorio. Lo puedes leer en este enlace: “Etiquetado de alimentos para veganos”
Sello de verificación ¿para cuándo?
Un símbolo reconocido para etiquetar los productos veganos es el sello V-labl (v-label.eu) que así asegura al consumidor adquirir productos veganos o vegetarianos. Es una alternativa para verificar las etiquetas veganas.
¿Qué hay que saber leer?
Caseína, lactosa, suero de leche son lácteos. Si lees “Sin lactosa” no es que sea vegano necesariamente.
Lanolina, de glándulas sebáceas de las ovejas
Pepsina, de los estómagos de los cerdos.
Colágeno, elastina, queratina a partir de piel, tejidos… (cosmética)
Glicerina, diglicéridos, acido esteárico pueden provenir de grasa animal aunque los hay veganos.
Gelatina, Áspic proviene de hervir tendones, huesos… (chuches)
Miel, cera de abeja, propóleo, jalea real… proviene de las abejas aunque hay debate sobre ello.
El azúcar blanco a veces lo refinan con huesos carbonizados…
Cochinilla, pigmento rojo que proviene de un insecto (cosméticos y alimentos)
Quitosano, fibra que procede de crustáceos e insectos para productos bucales y cosmética
Retinolo, vitamina A de origen animal
(Varias fuentes)
Muchas marcas usan grasa vegetal hidrogenada que es más barata para decir que sus productos son veganos porque está de moda. Sabemos de sobra que esto no es así, que el veganismo es un compromiso personal y ético.
Si tienes dudas, contacta con el fabricante, allá donde esté y confírmalo con esa empresa.
No nos importará convertirnos en un Sherlock Holmes de las etiquetas si con ello provocamos menos consumo de productos de origen animal.